Danzando el corazón



Día 5

Con Jesús por la mañana. «Dame, Señor, que te adore a ti humildemente como criatura tuya, y que por todos los beneficios que me has dado, te dé siempre gracias. Dame también que en todas las cosas te bendiga siempre, te alabe y glorifique con sumo júbilo, danzando el corazón, y que me sacie siempre de tu dulcísima e inefable suavidad, como comensal de tu mesa, aunque totalmente indigno e ingrato» (San Vicente Ferrer).

Con Jesús por la tarde. Dios te habla en el corazón con palabras que puedes entender. Su presencia es paz y serenidad. No dejes que te roben la alegría. Ofrece todo tu ser por la intención del Papa. «Si os mantenéis fieles a mi palabra, seréis verdaderamente mis discípulos; conoceréis la verdad, y la verdad os hará libres» (Jn 8, 31-32). Dios te ama. Esa es la verdad y en ella radica tu dignidad. Libérate de todas las voces internas que te condenan.  Repite al ritmo de tu respiración, «Sólo en Dios pongo mi confianza, sólo en Dios pongo mi valor».

Con Jesús por la noche. Explorar tu interioridad. Agradece el día que termina. ¿Qué sentimientos estuvieron presentes durante el día? ¿Qué temores tienes? ¿Cuáles son las situaciones que te hacen feliz? ¿Cuidas de aquello que te hace feliz? 

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