Día 23
Con Jesús por la mañana: ¡Cuántas heridas sellan la carne de los que no tienen voz porque su grito se ha debilitado y silenciado a causa de la indiferencia! Abramos nuestros ojos para mirar las miserias del mundo, las heridas de tantos hermanos y hermanas privados de la dignidad, y sintámonos provocados a escuchar su grito de auxilio, que nuestras manos estrechen las suyas, y que sientan el calor de nuestra presencia, de nuestra amistad... Que su grito se vuelva el nuestro. (Misericordiae vultus, 15)
Propósito durante el día: Hoy seré bálsamo de Dios para ayudar a sanar las heridas del que está sufriendo porque se siente solo y desamparado. Buscaré aliviar el dolor por medio de la escucha, la atención, y gestos concretos.
Con Jesús por la noche: Agradezco a Dios por el día de hoy. ¿Qué aprendí hoy del dolor de los demás? ¿Y del propio dolor? Hoy, ¿Fui empático con el dolor ajeno o me encierro en el propio? Pido perdón. Mañana buscaré tener palabras de consuelo con el que sufre.
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