Cuando reconocemos, no solo con el intelecto sino también con el corazón, que lo único que de verdad atesoramos es el momento “presente” la perspectiva desde la cual enfrentamos nuestra vida, cambia. La mirada que se posa en “este momento”, es la mirada de alguien que disfruta a pleno de todo. Desde una respiración que nos brinda energía, pasando por unos ojos que nos descubren o a los que descubrimos, un destello de luz, una brisa que nos mueve el cabello, una mano que nos acaricia o un abrazo que ofrecemos.
No podemos tener un encuentro con alguien (o con nosotros mismos) si nuestra mente ha marchado al futuro o al pasado. Porque si nuestro cuerpo está “aquí” pero nuestra mente está “allá” terminamos por no estar en ningún sitio y comenzamos a andar a tientas.
No malogres ese abrazo que te colma el alma, esa charla fundante, ese encuentro de miradas cómplices que te revitalizan, por no estar a pleno en el hoy.
¿No te parece que la vida es demasiado importante como para perdértela en un tiempo que no existe?
@ Ale Vallina
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