“Cristo glorioso; influencia secretamente difundida en el seno de la Materia y centro deslumbrador en el que se centran las innumerables fibras de lo múltiple; potencia implacable como el Mundo y cálida como la Vida; Tú, cuya frente es de nieve, cuyos ojos son de fuego, cuyos pies son más centelleantes que el oro en fusión; Tú, cuyas manos aprisionan las estrellas; Tú que eres el primero y el último, el vivo, el muerto y el resucitado; Tú, que concentras en tu unidad exuberante todos los encantos, todos los gustos, todas las fuerzas, todos los estados; a Ti era a quien llamaba mi ser con una ansia tan amplia como el Universo. ¡Tú eres realmente mi Señor y mi Dios!”
Pierre Teilhard de Chardin S.J. en “Himno del Universo”

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