Los pobres son el corazón de la Iglesia. Pero, ¿quiénes son
los pobres? Al principio podemos pensar que no son gente como nosotros: gente que vive en barrios bajos, va a comer a
comedores de beneficencia, gente que duerme en la calle, los presos, los internados
en los hospitales psiquiátricos o en hogares de ancianos. Pero los pobres
pueden estar mucho más cerca de nosotros. Pueden estar en nuestras propias
familias, iglesias o lugares de trabajo. Incluso más cerca: los pobres podemos
ser nosotros mismos, que nos sentimos no amados, rechazados, ignorados o que
experimentamos la pobreza, ya sea lejana, próxima o en nuestros propios
corazones cuando necesitamos a la Iglesia, es decir, tomarnos de la mano como
hermanos, confesar nuestra propia desolación y necesidad, perdonarnos
mutuamente, sanar las heridas que nos hemos causado unos a otros y reunirnos en
torno a la mesa de Jesús para partir el pan. Es así, pobres, como nosotros reconocemos a
Jesús, que se hizo pobre por nosotros.
Henry Nouwen
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