Nuestra Señora de todos los días.
De siempre.
De las masas atareadas, desorientadas.
Los mismos colectivos, las mismas calles,
los mismos diarios.
Las mismas risas, las mismas tristezas.
Todos somos muy parecidos,
pendientes siempre
de nuestras preocupaciones cotidianas. 
Nuestra Señora de las tareas aburridas,
Nuestra Señora del trabajo sin fin,
Nuestra Señora de los días sin alegrías,
Nuestra Señora de las noches sin descanso,
Nuestra Señora de los días inciertos,
de los finales de mes sin dinero,
Nuestra Señora de los años sin vacaciones...
Mujer de la casa, vecina sin historia,
disponible a toda hora y constante en la tarea:
de tu navidad sin alojamiento
a las privaciones de las villas y los ranchos.
De tus angustias de madre
a nuestras inquietudes por los hijos.
De tus pequeños servicios
a nuestros gestos de ayuda.
De tu vida pobre pero gozosa
a nuestras envidias y cálculos.
Yo te saludo María.
Louis Retif

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