¿Me albergas un instante
aquí?,
¿al amparo de tus alas?

¿A la sombra de tu tienda,
tan sólo unos segundos?,
¿me recibes?

A ver si poco a poco te convenzo
de hacerme tu huésped.

Por ahora,
son sólo unos segundos los que pido,
mientras pasa la noche.
Hace frío.

Merodean los lobos,
voraces y crueles comensales de mi mesa.
Tengo miedo,
estoy solo.

Después,
si no te soy tan adverso y repulsivo,
como no lo fui
cuando extendiste los brazos para amarme,
tal vez me permitas
trasladar mis enseres,
y allegarme a tu casa para siempre.
Irma Bettancourt

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