El hombre, en general, no ora de buena gana y fácilmente experimenta en
la oración tedio, embarazo, repugnancia e incluso animosidad. Cualquier
ocupación se le antoja más interesante e importante y se dice así mismo: 'no
tengo ahora tiempo para orar' o 'aquella ocupación es más urgente ahora'. Y
ordinariamente el tiempo no empleado en la oración se malgasta en las cosas más
superfluas. Es absolutamente necesario que el hombre cese de engañarse a sí mismo
y de intentar engañar a Dios.
Romano Guardini
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