Dame un corazón, Señor Jesús, manso y humilde, donde haya espacio para el que llegue corriendo, que mis manos enjugarán las gotas de sudor y refrescarán el cansancio y acompañarán el sueño.
Dame un corazón que sueñe mundos sin conquistar, que viva la utopía del hombre nuevo.
Dame un corazón que sea feliz conmigo mismo, que aprenda a quererse para querer sin ruegos.
Dame un corazón que sepa perdonarse siempre, para comprender y perdonar primero.
Dame un corazón orante como el tuyo que se abra al Padre, 
que es Padre nuestro...

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