Cuaresma de la alegría
¿Cuaresma y alegría? Parece pura contradicción. Y sin embargo la cuaresma es el camino que nos conduce a la Pascua, la gran fiesta cristiana, la fiesta de la alegría por excelencia. No es un tiempo de tristeza, sino de alegría. Vivir la Cuaresma en negativo sería casi blasfemo. No mortificaciones, sino vivificaciones; penitencias para la conversión; no culpa, sino gracia. Los sacrificios son para la generosidad. Las mortificaciones nos llevan a una vida mejor.
La Cuaresma es un tiempo gozoso, no es privación, sino enriquecimiento. No es negatividad, sino creatividad. Es un esfuerzo por renovar, construir y conquistar. Ayuda a crecer, a rejuvenecerse, a desarrollar las mejores cualidades, a estar más contentos con nosotros mismos. El compromiso hacia fuera no tardará en llegar. La conversión puede exigir a veces una terapia liberadora. Hay que renunciar a todo lo caducado, a todo lo que en nosotros se ha pasado de fecha.
Convirtámonos a la vida y a la felicidad. Cuando sentimos la vida interior, cuando nos centramos en el amor, cuando captamos y compartimos la vida de los demás, cuando nos abrimos al misterio de la vida, entonces experimentamos la libertad y el gozo de existir. Nos convertimos, no en poseedores, sino en adoradores; no en coleccionistas de arte, sino en artistas; no en repetidores, sino en creadores. El que 'es' siente, vibra, crea, crece, ama, vive. (…)
Mons. Manuel Sánchez Monge, Obispo de Mondoñedo- Ferrol

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