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Nada te turbe, Nada te espante, Todo se pasa, Dios no se muda.  La paciencia Todo lo alcanza;  Quien a Dios tiene  Nada le falta:  Sólo Dios basta. Eleva el pensamiento, Al cielo sube,  Por nada te acongojes, Nada te turbe. A Jesucristo sigue Con pecho grande, Y, venga lo que venga, Nada te espante. ¿Ves la gloria del mundo Es gloria vana;  Nada tiene de estable, Todo se pasa. Aspira a lo celeste, Que siempre dura; Fiel y rico en promesas, Dios no se muda. Ámala cual merece Bondad inmensa;  Pero no hay amor fino Sin la paciencia. Confianza y fe viva Mantenga el alma, Que quien cree y espera Todo lo alcanza. Del infierno acosado Aunque se viere, Burlará sus furores Quien a Dios tiene. Vénganle desamparos,  Cruces, desgracias;  Siendo Dios su tesoro,  Nada le falta. Id, pues, bienes del mundo;  Id, dichas vanas;  Aunque todo lo pierda, Sólo Dios basta. SANTA TERESA DE JESÚS

Entrevista a J. A. Pagola - Cinco palabras de Jesús para una sociedad he...

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No es raro que Jesús de Nazaret sea Dios; raro sería Dios si no fuera Jesús de Nazaret. P. José Miguel Ibáñez Langlois
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Siento la voz divina de tu boca, acariciar mi oído tiernamente, tu aliento embriagarme, y en mi frente la mano que ilumina cuanto toca. Mi antiguo corazón de amarga roca ha brotado divina, oculta fuente, y una armonía dulce y sorprendente a su celeste amor, fiel me convoca. La soledad, la noche en que vivía, el hondo desamparo y desconsuelo, la triste esclavitud que me perdía, son ahora, presencia, luz sin velo, son amor, son verdad, son alegría, ¡son libertad en Ti, Señor, son cielo! Bartolomé Llorens
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El Amor de Dios es incondicional. A tal punto lo es, que jamás lo podemos perder, ni siquiera por nuestras malas obras. Cuesta entenderlo, cuesta aceptarlo. Los hombres tenemos amores más mezquinos, más limitados. Nos damos a medias… El de Dios es un amor inmenso e inagotable, que no tiene gestación porque es desde siempre y para siempre. Un amor eterno, perenne, constante.   Lo maravilloso de este gran Amor es que nos acepta como somos, no como creemos que deberíamos ser. Podemos cerrarle las puertas y las ventanas pero permanecerá a la vera del camino, como un mendigo, como un pordiosero buscándonos, deseoso de que lo reconozcamos y de que no nos apartemos nunca de Él. Muchas veces cuando las tormentas arrecian dudamos de este Amor. Creemos que ha desaparecido, que nos ha abandonado…sin embargo permanece más firme que nunca, cual una roca inamovible. El Evangelista Juan nos dice: “Vean qué amor singular nos ha dado el Padre: que no solamente nos llamamos hijos de Dios,...