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"Que sean niños los niños. Que sean niños, y no clientes de las compañías de celulares, o vendedores de rosas en los bares, o estrellas descartables de la televisión. Niños, no limpiavidrios en los semáforos, o botín de padres enfrentados o repartidores de estampitas en los subtes. Que no sean niños soldados, los niños. Que sean niños los niños, simplemente. Que no sean los habitantes de un reformatorio. Que no sean costureros en talleres ilegales de ningún lugar del mundo. Que sean niños los niños, y no un target. Que no sean los que pagan las culpas. Los que reciben los golpes. Los bombardeados por publicidad. Que sean niños los niños. Todo lo aniñados que quieran. Todo lo infantiles que quieran. Todo lo ingenuos que quieran. Que hagan libremente sus niñerías. Que se dediquen a ser niños y no a otra cosa. Que no sean los que no juegan, los acosados por las preocupaciones, los tapados de actividades. Que sean niños los niños y se los deje preguntar sin levantar la mano, formar ...

EDITH STEIN

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Negarme a mí mismo... Cargar mi cruz... ¿Qué necesito cambiar en mi vida? ¿De qué me tengo que liberar? Señor dame las fuerzas!

Amarte a Ti Señor en todas las cosas

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Hoy 7 de agosto de 2014 celebramos que, cuarenta y un años después de su supresión, la Compañía de Jesús fue restablecida por el Papa Pío VII el 7 de agosto de 1814. La Bula papal, Sollicitudo Omnium Ecclesiarum, extendía al resto de la cri stiandad los derechos y privilegios concedidos ya a la Compañía superviviente en el Imperio Ruso y en el Reino de Sicilia. Y con ella ejecutaba “lo que ardientemente deseábamos desde el principio de nuestro pontificado”, ya que “por el restablecimiento de la misma Compañía de Jesús nos vienen cada día, de unánime consentimiento de casi todo el orbe cristiano, apremiantes y urgentes peticiones…” Hoy celebramos el 200 aniversario de este momento de gracia, y nos reunimos para agradecérselo al Señor, que sigue confirmándonos como servidores de la misión.
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Dios siempre cuida de sus criaturas, pero lo hace a través de los hombres. Si alguna persona muere de hambre o pena, no es que Dios no la haya cuidado; es porque nosotros no hicimos nada para ayudarla, no fuimos instrumentos de su amor, no supimos reconocer a Cristo bajo la apariencia de ese hombre desamparado, de ese niño abandonado. Madre Teresa de Calcuta