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«Tres claves para vivir la navidad»

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Lo más significativo del cuarto domingo de Adviento es que dentro de siete días estaremos frente al pesebre contemplando el nacimiento del Hijo de Dios. Si, hemos escuchado bien; el que está por nacer es el “HIJO de DIOS”. Y tal vez, porque para muchos todavía es algo un tanto “incomprensible” y para otros forma parte de las “fabulas” que decoran el final de un año, el corazón no termina de disponerse para vivirlo. A veces me pregunto ¿Cuántos son los cristianos que en la noche de navidad comprenden  lo que está aconteciendo? ¿Cuántos frente al pesebre sienten que en ese Niño se les regala “algo”? ¿Cuántos llegan a comprender que en el Niño que nace hay un mensaje personal para cada uno? En ocasiones tendemos a “ignorar” lo que no podemos comprender. Preferimos decir “eso no tiene tanta importancia” cuando no tenemos el valor de luchar por ello. Repetimos “no es para tanto” cuando queremos evitar el sufrimiento y lo que es peor aún optamos por embriagar la vida con abundancia de “c...
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Nada en este mundo tiene sentido, si no tocamos el corazón de las personas. Si la gente crece con los golpes duros de la vida, también puede crecer con las caricias sutiles en el alma...
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Cuántas promesas nos ha hecho Dios. Y aunque no comprendas sus designios, aunque consideres  que no ha entendido tus súplicas ni escuchado tus ruegos, ha cumplido contigo más de lo que   crees. Prometió estar junto a ti  hasta el fin de los tiempos. Lo crees?. Te prometió la vida eterna? Es así para ti? Te prometió que si  buscas, encontrarás… Son tantas sus promesas y tan grande su amor. Siente ese amor, acógelo y disfrútalo. Un padre nunca abandona a ninguno de sus hijos. Jamás! Por eso, acepta la voluntad de Dios.  Tu Padre lleva el timón del barco… El Padre Javier, con su excelente pluma y su gran sensibilidad ahondará este tema mañana. Feliz sábado! Ale Vallina
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Señor amado con un infinito amor decidiste que yo exista. Me diste un lugar en este mundo porque tu lo quisiste. Y me llenaste de capacidades. Así como soy, tengo una belleza única que tu valoras y aprecias. Ayúdame a quererme, a respetarme, a reconocer mi valor, aunque los demás no lo vean. Dame libertad interior, para no depender de la opinión ajena, para dar lo mejor de mí, sin esperar aplausos. Dame tu fuerza divina para que nada me derribe, para seguir adelante y desarrollar mis dones con serena alegría, con firme esperanza. Amén. Víctor Manuel Fernández
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Desde nuestras comunidades, cada vez más pequeñas y humildes, podemos ser levadura de un mundo más sano y fraterno. Estamos en buenas manos. Dios no está en crisis. Somos nosotros los que no nos atrevemos a seguir a Jesús con alegría y confianza. José Antonio Pagola
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